La humanidad necesita de misioneros católicos
De la agencia SIC
Este año 2012, la celebración de la Jornada Mundial
de las Misiones tiene un significado muy especial, ya que coincide con el 50
aniversario del Concilio Vaticano II, con su Decreto Ad Gentes, con la apertura
del Año de la Fe y con el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización,
que ayudan a reafirmar el deseo constante de la Iglesia de trabajar con más
valentía y celo, para que el Evangelio llegue hasta los confines de la tierra
El Concilio Ecuménico fue una experiencia pentecostal, con la participación de
Obispos de todos los rincones de la tierra, que eran un signo luminoso
universal de la Iglesia.
Obispos misioneros, junto con Pastores de
comunidades dispersas entre poblaciones no cristianas, llevaron al Concilio la
imagen de una Iglesia siempre presente en todos los continentes. Había unos 600
Obispos de los territorios de misión, impulsados por la pasión de extender el
Reino de Dios. Hoy hay aproximadamente 1.100 Diócesis misioneras y esto muestra
cómo ha crecido la Iglesia en los últimos 50 años.
La Obra Misionera Pontificia de la Propagación de
la Fe, a través de su colecta por la Jornada Misionera, ha contribuido de
manera significativa a la creación de estas diócesis y a reafirmar, en el
corazón de todos, la necesidad y la urgencia de la evangelización Ad Gentes.
La misión no es una opción
Hoy en día esta visión misionera sigue siendo
válida, de hecho, se presenta con una urgencia renovada en este Año de la Fe y
el Santo Padre ha convocado un sínodo especial sobre la prioridad de la
evangelización. En su mensaje para la Jornada Misionera Mundial de este año, el
Santo Padre afirma que la preocupación de anunciar el Evangelio en todos los
rincones del mundo, en primer lugar pertenece a los Obispos. Ellos son
directamente responsables de la evangelización en el mundo, ya sea como
miembros del Colegio episcopal, que como Pastores de las Iglesias particulares.
El mandato de predicar el Evangelio no se limita a
un Pastor en su atención al Pueblo de Dios confiado a su cuidado pastoral, sino
que debe involucrar a todas las actividades de la Iglesia particular, todos sus
sectores, en definitiva, todo su ser. El mensaje de este año es muy específico
y dice que la misión “no constituye para la Iglesia algo de orden facultativo”.
La misión ad gentes debe ser el horizonte constante
y el paradigma en todas las actividades eclesiales
La preocupación de evangelizar no debe permanecer
al margen de las actividades de la Iglesia o de la vida personal de cada
bautizado. Se nos invita a ser conscientes de que somos destinatarios y, al
mismo tiempo, misioneros del Evangelio. Esto requiere de ajustes periódicos en
nuestro compromiso personales, en nuestros estilos de vida, en los planes
pastorales y en las organizaciones diocesanas, sobre todo en nuestro mundo
siempre cambiante, porque “también hoy, la misión ad gentes debe ser el
horizonte constante y el paradigma en todas las actividades eclesiales, porque
la misma identidad de la Iglesia está constituida por la fe en el misterio de
Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la salvación, y por la misión
de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que Él vuelva” (Mensaje 2012).
Año de la Fe
“Necesitamos por tanto retomar el mismo fervor
apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e indefensas,
fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido
mediante su anuncio y testimonio” (Mensaje 2012).
La celebración del Año de la fe y del Sínodo de los
Obispos sobre la Nueva Evangelización tienen como objetivo impulsar la
cooperación y la acción misionera en los diferentes contextos actuales. La
humanidad necesita de misioneros católicos y no podemos permitir que una crisis
de fe se convierta en un obstáculo para la evangelización.
La fe en un Dios de amor es el corazón de nuestra
actividad misionera, y esto “es un don que se nos dado para ser compartido; es
un talento recibido para que dé fruto; es una luz que no debe quedar escondida,
sino iluminar toda la casa” (Mensaje 2012).
Compromiso personal y encuentro con Cristo
resucitado
El Santo Padre insiste en el encuentro personal y
la Jornada Misionera nos ofrece la oportunidad de cuestionar nuestra fe,
discernir la fuerza de la fe de nuestra comunidad con el fin de proclamar la
Buena Nueva a la humanidad, porque “el encuentro con Cristo como Persona viva,
que colma la sed del corazón, no puede dejar de llevar al deseo de compartir
con otros el gozo de esta presencia y de hacerla conocer, para que todos la
puedan experimentar” (Mensaje 2012).
El Santo Padre agradece personalmente a aquellos
que generosamente ofrecen su contribución: “recuerdo y agradezco a las Obras
Misionales Pontificias, instrumento de cooperación en la misión universal de la
Iglesia en el mundo.
Por medio de sus actividades, el anuncio del
Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, de justicia
para los más pobres, de posibilidad de instrucción en los pueblos más
recónditos, de asistencia médica en lugares remotos, de superación de la
miseria, de rehabilitación de los marginados, de apoyo al desarrollo de los
pueblos, de superación de las divisiones étnicas, de respeto por la vida en
cada una de sus etapas” (Mensaje 2012).
La celebración de la Jornada Mundial de las
Misiones en este Año de la Fe es un signo más de la gracia del Señor. P.
Timothy Lehane Barrett, SVD, Secretario General de la Obra Misionera Pontificia
de la Propagación de la Fe.
(Agencia Fides 15/10/2012)
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