Una nueva humildad: intervención de Mons. Socrates B. Villegas, Arzobispo de Lingayen-Dagupan (Filipinas)
“¿Por
qué hay una fuerte ola de secularización, una tormenta de antipatía o
sencillamente una fría indiferencia hacia la Iglesia en algunas partes del
mundo, que requieren una nueva ola de programas de evangelización?”
La
nueva evangelización exige una nueva humildad. El Evangelio no puede prosperar
con el orgullo. Cuando el orgullo se infiltra en el corazón de la Iglesia, la
proclamación del Evangelio sale perjudicada.
La
tarea de la nueva evangelización debe comenzar con un profundo sentido de
admiración y veneración por la humanidad y su cultura. La evangelización se ha
visto perjudicada por la arrogancia de sus mensajeros, que la siguen
impidiendo. La jerarquía debe rehuir la arrogancia, la hipocresía y la
intolerancia. Debemos castigar a quienes entre nosotros se han descarriado en
lugar de encubrir sus errores.
Somos
humanos en medio de nuestro rebaño humano. Toda nuestra belleza y santidad se
la debemos a Dios. Esta humildad nos hará nuevos evangelizadores, más creíbles.
Nuestra misión es proponer humildemente y no imponer con arrogancia.
En
segundo lugar, la nueva evangelización debe hacerse mediante nuevos santos y
esos santos debemos ser nosotros. La gran pobreza que sufre el mundo actual es
la pobreza de los santos. Tanto si procedemos de países del Primer mundo como
del Tercer mundo, todos estamos buscando modelos en los que inspirarnos y a los
que emular. Nuestros jóvenes necesitan modelos en los que inspirarse.
Necesitan
héroes vivos que inflamen sus corazones y despierten su entusiasmo por conocer
a Jesús y amarlo. Nuestra experiencia en el
Tercer
mundo me dice que el Evangelio se puede predicar a quien tiene el estómago
vacío, pero sólo si el estómago del predicador está vacío como el de sus
parroquianos.
Por
último, la nueva evangelización debe ser una llamada a una nueva caridad.
Seremos portadores creíbles de la alegría del Evangelio si la proclamación va
acompañada de su hermana gemela: la caridad. La caridad de Jesús coincide con
el don de sí mismo. La caridad de la nueva evangelización debe ser el don de
Jesús.
La
nueva evangelización necesita una nueva humildad; una renovación en santidad y
un nuevo rostro de caridad para que sea creíble y fructuosa.
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